Hemos tenido una crisis.
Ayer alguien me recordó que "ojito"; que estamos en temporada alta (qué digo alta, ¡Everest!) y por tanto la cuestión alojamiento iba a resultar complicada. Esto era algo que ya sabía. Bueno, que sabía pero había tenido la imprudencia de olvidar.
Así es que raudo me dispuse a ir atando cabos sueltos, y entré en internet. "Esto no puede resultar tan complicado", me decía yo. "Con mi experiencia de aventurero de las Highlands, coser y cantar". Sí, sí... Unas horas después, más que atar cabos sueltos me había hecho un nudo con ellos que amenazaba resultar en ahorcamiento.
La espléndida herramienta de búsqueda de Gites de France, algo así como las casas rurales de Francia, me ofrecía un sin fín de bucólicas casitas de campo, con buganvillas de vívidos colores adornando fachadas de piedra curtidas por el paso del tiempo; vamos, con encanto, montones de encanto. Eso sí, me hinché de rojo: del color rojo del calendario que mostraba la disponibilidad (huelga decir aquello de "verde, bueno; rojo, malo"). Un primer resultado muy poco esperanzador para la primera aproximación a la cuestión Por dejar todo para el último momento, ¿dormiré en la rue?
Así es que anoche me fui a la cama (casi al amanecer) con una cierta congoja, ya que repetidos intentos tuvueron el mismo pobre resultado. La marcha triunfal sobre Francia, repitiendo éxitos pasados en otras latitudes, peligraba. Fundamentalmente, y entonces caía en la cuenta, porque el destino de este año es mucho más accesible, y no he de ser el único precisamente que tenga la brillante idea de ir para allá.
Así es que esta mañana tocaba poner pie a tierra, y empezar a plantear el viaje con una primera etapa de aclimatación menos glamurosa. Vamos que, por la vía del "día 1, conduzco hasta aquí y me alojo en el hotel de carretera de turno; día 2, hasta allí, y de nuevo sin exigencias con el catre", puede decirse que tengo prácticamente cerrado hasta el día 3. Es una forma de asegurar que no tengo que volverme con el rabo entre las piernas antes del primer bocado de camembert, que tampoco sería plan (recordatorio para próximas ocasiones: decide antes, chaval, y reserva algo al menos, que tampoco es un drama...). No en vano, es el momento de recordar que el año pasado até los primeros 3-4 días de la misma manera, y más adelante llegó la auténtica improvisación. Resulta más convincente despedirte al partir si no estás temiendo tener que darte la vuelta en 48 horas...
En definitiva, que con la tontería al menos he estudiado y fijado una parte de los objetivos de los primeros días. Y tengo que decir que promete.
Pero vamos, por tonto, pa'habernos matao...
Si ya decía Shakespeare que las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.. Que tengas suerte pero llévate una tienda de campaña por si tienes que pasar alguna noche a la intemperie.
ResponderEliminarAlguien.