sábado, 13 de agosto de 2011

Guerra y paz

Correspondiente al viernes 12 de agosto de 2011

Vannes-Port Navalo-Vannes
Hoy es  muy, muy tarde cuando escribo esta entrada. La culpa es de la hospitalidad francesa. Pero a eso llegaremos luego.
El día ha tenido de todo. Para empezar, un buen rato (por prolongado) en la tienda de Orange intentando solucionar los problemas con la tarjeta prepago de internet que me agencié en Burdeos para asegurar mi conectividad. Y la conectividad murió. Mis intentos de por la mañana para hacerla revivir han sido vanos.
Hay que anticipar (y así cerramos la cuestión) que dichos intentos han sido reeditados por la tarde, con el mismo poco éxito, mediando palabras, y casi más que palabras, con el personal de la marca. Luego he optado por ser más perro que ellos, y cuando han visto que hacía de “Del barco de Chanquete…” mi lema para la jornada, han empezado a considerar que mi problema ya era su problema, y se han puesto a ello… con escaso éxito también. Pero al menos ha servido para estrechar lazos, por un lado, y por otro para practicar el idioma en sus distintos tonos y colores. Una clase práctica de mucho valor, la verdad. Pero desde el punto de vista de las telecomunicaciones, fiasco total. Veremos mañana.
Por lo demás, paseíto por Vannes, ciudad reducida pero que, si te lo propones, da para gastar unas  Asics tranquilamente jugando al pilla-pilla por sus infinitos callejones. El pero es que había gente como para ponerles a trabajar y construir una pirámide. En esos casos aflora el instinto personal (que no consiste en acabar con ellos, tranquilidad), poniendo cierta tierra de por medio: la que forma una pequeña colina extramuros (porque Vannes es una ciudad medieval amurallada), sobre la cual se encuentra un monumento homenaje a los caídos por Francia en la Segunda Guerra mundial (ya os decía yo que con este asunto el lema es Nous n’oubligerons jamais).
El caso es que desde la mencionada colina se disfrutaba, primero, de una infinita tranquilidad, y segundo, de unas vistas perfectas de la ciudad medieval. Desde el interior, los árboles no dejaban ver el bosque.


Hoy ha sido también jornada gastronómica. En la comida, un platito de ostras y almejas al natural que daba gusto (un profundo gusto a mar, de hecho), y un pescado como mandan los cánones. Todo ello en la terracita. Vamos, que de lo agustito que estaba he prolongado la sobremesa leyendo como si el tiempo se hubiera detenido.
Y después, tras la segunda parte del partido Orange vs Moi meme (aviso, ganan 2-0, pero estoy decidido a remontar), y en la necesidad de reconciliarme con esta tierra, he puesto aún más tierra de por medio que por la mañana. He mirado el mapa y me he dicho: ¿dónde podré perder de vista a esta gente?¿Dónde tengo más posibilidades de encontrar espacio infinito, donde se pierda la vista sin encontrar un turista / vendedor de Orange?
La respuesta está siempre en el mar. Y si a él se accede por un pedazo de tierra de la anchura de un cuchillo jamonero, mejor. En efecto, Port-Navalo, en el extremo de la Presqu´ile (literalmente, casi isla, vamos una península) de Rhuys, cumple requisitos.
Sabia elección (de nuevo el instinto). A sólo 30 minutos, un remanso de paz, con unas fantásticas vistas sobre el mar en el comienzo de la puesta de sol, un sendero costero que obliga a caminar, en fin, exactamente lo que buscaba. Tregua consumada.




No he podido pasar por alto este bonito momento de exaltación de la amistad y la confidencia:


Pero la cena, allí mismo, me reservaba el armisticio definitivo. No ya por las nuevas ostras (están buenas, qué queréis que os diga). Lo que empezaba como una cena tranquila pronto dejó de serlo. Y mi mesa pronto recorrió los escasos 20 centímetros que la separaban de la de al lado (previa invitación por su parte, por supuesto - Merci beaucoup a tous!), y así nos dieron, que diría Sabina, las 10, las 11 y hasta las 2 y pico, previa mudanza desde la terraza al interior, porque a la 1 chapan, pero el propietario se ha incorporado (a mis anfitriones ya les conocía, claro) y nos ha permitido quedarnos. Pero de eso no hay documentos gráficos...
El caso es que, tras una jornada de escaramuzas en frentes diversos, reina la paz en Bretaña. Mañana más. Bonne soirée.

PD: por favor, no hagáis sonar mi móvil temprano. Gracias.

2 comentarios:

  1. Cuidadín con las comidas, que lo de las ostras aunque ricas, pueden joder un viaje, o al menos unos días...

    Peñalara

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  2. ¡¡Me encantó el de Escocia y éste va por el mismo camino!!
    No te deseo que lo disfrutes por que ya lo estás haciendo.

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